Las ocho cosas más importantes en la vida
Tres Criterios para Evaluar la Vida Humana: Aprendizaje, Amor y Llamado
Cuando llegamos al final de nuestras vidas y nos enfrentamos a la pregunta divina, “¿Cuánto has tratado de aprender en esta vida?”, “¿Cuánto has tratado de amar en esta vida?”, “¿Cuánto has tratado de cumplir tu llamado en esta vida?”, la reflexión sobre estos tres aspectos es crucial.
La razón por la que nacemos en la Tierra es para aprender. Nacemos con el propósito de aprender a través de nuestras experiencias. A medida que vivimos, maduramos, y no solo aprendemos de los momentos de éxito. De hecho, las lecciones más profundas a menudo surgen de la tristeza, el dolor y el fracaso. El aprendizaje más grande se centra en el amor: el amor por uno mismo, por los demás, por la naturaleza, por el cielo y por el Universo. A través de este amor, dejamos atrás una vida egoísta y nos dirigimos a una vida de servicio.
Para aprender y amar plenamente, también necesitamos conocer nuestro propio llamado. El llamado es algo que planificamos antes de nacer, con el propósito de lograr la evolución y practicar el amor en nuestro trabajo y vida diaria. Para vivir una vida fructífera, debemos encontrar y cumplir este llamado.
8 Cosas Importantes en la Vida
Las “8 cosas importantes en la vida” son actitudes clave que debemos aprender y practicar para lograr una vida fructífera, que culmina en un hermoso desenlace.
Una vida fructífera es aquella que da fruto, como un árbol que se siembra como semilla, crece con esfuerzo, da hojas, flores y, finalmente, frutos. Este proceso, aunque desafiante, está lleno de alegría, y la vida fructífera está marcada por el amor: el amor a la naturaleza, a los demás, al cielo y al Universo.
4 actitudes de valor para una vida fructífera
Establecer su meta para la vida: Al igual que un árbol crece hacia el cielo, necesitamos establecer una dirección clara para nuestras vidas.
Organizar su entorno: Al igual que el árbol necesita podar sus ramas para crecer adecuadamente, nosotros también debemos simplificar y ordenar nuestras vidas para que podamos avanzar sin obstáculos.
Amar a sí mismo: Así como el árbol recibe la luz del sol, necesitamos brindarnos el cuidado y amor necesarios para nuestro bienestar.
Lograr y vivir en equilibrio: Como el árbol florece en equilibrio, debemos cultivar nuestros talentos innatos para vivir de manera plena.
Un hermoso desenlace
Para aquellos que viven una vida fructífera, la muerte puede ser un paso tranquilo y hermoso. Un hermoso desenlace es aquel en el que alguien que ha vivido una vida plena y satisfactoria se despide de su cuerpo con ligereza y regresa al cielo.
Un hermoso desenlace se da en tres aspectos principales:
Mantener un cuerpo y mente sanos hasta el final: La salud es crucial para vivir bien hasta la muerte. Evitar el consumo de carne, por ejemplo, puede ayudar a prevenir enfermedades como la demencia.
Vivir en un estado emocional calmado: Para evitar la angustia y el miedo en el momento de la muerte, necesitamos tener una comprensión profunda de lo que es la muerte y aceptarla.
Disponer bien del propio material antes de morir: A lo largo de nuestra vida, acumulamos bienes y materiales. Es importante disponer de ellos de manera adecuada antes de nuestra partida, cuidando nuestro legado.
4 actitudes de valor para un desenlace hermoso
Darse cuenta de “quién soy”: Necesitamos saber cuál es nuestro propósito en esta vida, qué tipo de semilla somos y por qué fuimos plantados en este planeta.
Saber qué es la muerte: Para elevarnos y florecer, nuestras raíces deben estar profundamente conectadas con la comprensión de la muerte y su propósito en nuestra vida.
Vaciarse: Para dar fruto, es necesario dejar caer las flores y hojas. Este proceso implica vaciar nuestra mente, liberándonos del ego y las cargas.
Compartir: La mayor recompensa y alegría de la vida es compartir lo que hemos aprendido y los frutos de nuestra existencia con los demás.
Conclusión: Vivir de acuerdo con estos principios no solo nos lleva a una vida más plena, sino que también nos prepara para un final tranquilo y sabio, alineado con el propósito divino y el amor universal.